Desde el domingo 4 de junio, nuestra Iglesia cuenta con cuatro diáconos y dos sacerdotes nuevos. Una gran noticia para todos, pero para nosotros de una manera muy especial, pues dos de ellos han salido de nuestra comunidad.

El tiempo de Seminario, aunque parezca que no, da para mucho. Es intenso y se fraguan amistades y lazos personales que fuera no se consiguen tan fácilmente. El domingo dos compañeros y amigos habían llegado a uno de los momentos cumbre de su vida, su ordenación… me imagino que ellos lo habrán vivido con la intensidad que se merece, pero en la comunidad no nos hemos quedado atrás. Resulta complicado expresarlo en un artículo, creedme, pero espero que si alguno de los que lo leéis os planteáis algún día la vocación pueda ayudaros.

David Cueto, el hasta ahora diácono, abandonará ya definitivamente el seminario para enfrascarse de pleno en la tarea pastoral; David entró con los treinta ya cumplidos y después de haberse dedicado al campo del diseño gráfico. Definirlo no sería fácil, pero ante todo destacaría de él su paciencia y serenidad y la capacidad de crear un buen clima entre los otros. Claramente, es una de esas personas con las que convivir no cuesta ningún trabajo. Lo mismo que Ángel, que con su capacidad de acogida y su carácter afable ha dado gran cuerpo y naturalidad a nuestra vida en común en estos años. Afortunadamente, a él no lo “perdemos” definitivamente, pues como sabéis, los diáconos siguen vinculados al Seminario… ¡aunque ya de una manera distinta! Ángel es de Avilés, y proveniente de una familia profundamente cristiana, al acabar Ingeniería informática se decidió por servir a la Iglesia haciendo lo que nadie quería hacer, como sacerdote.

Sin duda que tenemos que dar gracias a Dios, y no sólo por ellos dos, sino también por los dos nuevos diáconos del Camino (Alan y Enmanuel) y por Juan Felipe y Sebastián, que desde su carisma particular (Asociación Lumen Dei), también prestarán servicio en esta Iglesia de Asturias. Gracias a Dios por vosotros.